Todo lo que rodea al bonsái es un mundo tan complejo como apasionante. Profundizar en él requiere años de aprendizaje, tanto de sus aspectos culturales y estéticos como meramente técnicos. A menudo, nuestra relación con los bonsáis comienza con un regalo o con una compra en un centro no especializado, y de ahí surge en ocasiones una pasión para toda la vida.
¿Pero cómo hay que cuidar estos árboles tan espectaculares?
Ubicación: al aire libre
Los bonsáis no dejan de ser árboles y, como tales, preferirán siempre una exposición soleada. De hecho, en rigor no sería correcto hablar de bonsáis de interior. No obstante, existen especies que pueden tolerar mejor el estar a cubierto, pero ésta nunca será su ubicación ideal. También es cierto que los bonsáis de especies tropicales exigirán estar protegidos del frío en invierno, por lo que en algunas ocasiones habrá que tenerlos en el interior, buscando siempre que reciban la mayor cantidad de luz y evitando que se resequen por efecto de la calefacción. Por el contrario, si el bonsái pertenece a una especie autóctona o de un clima similar al nuestro vivirá bien en el exterior durante todo el año y únicamente será menester protegerlo de vientos muy fuertes o heladas muy intensas.
Sustrato: la akadama
Lo más importante en un substrato para bonsáis es que drene bien. Se debe evitar a toda costa el encharcamiento de las raíces. Para ello el sustrato se colocará en diferentes capas con mayor granulometría a medida que se llega al fondo del contenedor. El sustrato más utilizado en el cultivo de bonsáis es la akadama, compuesta principalmente por arcilla granulada, que luego se mezcla con otros sustratos que aporten diferentes texturas, como la grava, gravilla, tierra volcánica, etcétera. La función de la akadama es tanto drenar como retener agua y aportar nutrientes. La grava y demás elementos inertes garantizan una buena aireación del sustrato.
El abono más recomendable es el orgánico porque es absorbido lentamente por la planta sin dar problemas de carencias nutricionales, favorece la actividad microbiana del sustrato y evita el riesgo de sobredosis que pueden producir los abonos químicos. Los bonsáis se abonan durante el período de actividad de la planta, es decir, durante la primavera y el otoño, con una frecuencia de unas dos semanas. No se debe abonar cuando haya signos de enfermedad en el bonsái o después de un trasplante.
Riego: cuando se ve seca la tierra
La frecuencia de riego dependerá del clima, la época del año y la especie; puede oscilar entre varios riegos al día en verano y un riego por semana o menos durante el invierno. Como se ha utilizado un sustrato con granulometría creciente hacia el interior se consigue que la tierra se quede de manera uniforme. Así, se regará en el momento que se perciba que se seca la superficie de la tierra. Con una regadera de agujero fino se debe empapar uniformemente todo el sustrato, continuando hasta que el agua salga al exterior por los agujeros de drenaje; no olvidar que la bandeja no debe quedar nunca encharcada. En cuanto a la calidad del agua, lo ideal sería utilizar agua pura. Si el agua corriente tiene demasiadas sales, se puede recurrir a la de lluvia, al agua embotellada de mineralización débil ó incluso a filtros de ósmosis inversa. Si al final hay que regar con una agua de deficiente calidad será necesario trasplantar el bonsái con mayor frecuencia para evitar la acumulación de sales en la maceta.
Cuando vamos entrando dentro del bonsái y vamos añadiendo ejemplares a nuestra colección, el riego tal y como hemos detallado anteriormente va resultando cada vez más complicado.
Por ello desde jardinería kuka os recomendamos que coloquéis un riego a goteo automático en vuestros bonsáis y si la ubicación os lo permite instaléis unos nebulizadores, todo de forma automática.
Las carencias o problemillas que encontréis al instalar el riego automático son menos exigentes que estar pendiente de regar varias veces al día y a mano.
Al cabo del tiempo…
Trasplante
Con el tiempo, el abonado y un riego de baja calidad hacen que se acumulen sales en el interior del tiesto, el sustrato acaba perdiendo sus propiedades y la raíces se desarrollan tanto que acaban ocupando la mayor parte del espacio. Es el momento de trasplantar. La periodicidad del trasplante dependerá de la edad de la planta y de la especie. Así, una caducifolia joven se ha de trasplantar cada año, mientras una confiera vieja cada cuatro o seis. El trasplante se hace a principios de la primavera, antes de que se hinchen las yemas. El objetivo es eliminar las raíces, tanto gruesas como finas, de los extremos y de abajo, con el propósito de regenerarlo. Como norma general se suele cortar como máximo un tercio del volumen total de raíces.
Pinzado
El pinzado consiste en cortar los brotes nuevos del bonsái para darle forma y controlar su crecimiento. También consigue que las hojas sean más pequeñas. El pinzado se lleva a cabo durante la época activa de la planta, desde la primavera al otoño.Si el pinzado es muy contínuo también puede ser perjudicial para la planta. Por ello se debe pinzar cada cierto tiempo.
Alambrado
Sirve para modelar y corregir la dirección de las ramas. Se suele llevar a cabo durante o hacia finales del invierno porque las ramas son mas blandas, aunque hay que tener cuidado porque también son mas quebradizas. Es importante desalambrar en otoño, cuando la planta empieza a lignificar, para evitar que se produzcan marcas o heridas. Los alambres más utilizados son el de cobre recocido y el de aluminio, que se enrollan en espiral a las ramas que se quiere cambiar de dirección.
Desfoliado
Consiste en eliminar hojas principalmente para siluetar la copa del bonsái y estimular el crecimiento de nuevos brotes de hojas más pequeñas. También se logran mediante este método unas coloraciones más intensas en otoño.