La historia del Bonsái

La historia del bonsái se pierde en el oscuro horizonte de los tiempos. Con antecedentes en Egipto, Corea, Filipinas y todo el extremo oriente, se define por su ideograma árbol-tiesto. Bonsái es un término japonés formado por dos silabas: “Bon” que significa bandeja o recipiente y “sai” cuyo significado es crecer. Así pues, la traducción literal de este concepto sería “cultivar un árbol en un recipiente”. Técnicamente es sólo eso, un árbol en una maceta. Sin embargo guarda en si toda la simbología del arte como forma de expresar la fuerza de la naturaleza.

Los primeros bonsái, nacidos tal vez en China, distaban mucho de los actuales y posiblemente eran plantas medicinales que los antiguos médicos naturistas utilizaban para curar a sus pacientes. Poda tras poda, estas plantas tomaban formas parecidas a la de los árboles creciendo encima de montañas o al borde de los acantilados.

Orígenes más poéticos pueden encontrarse en innumerables narraciones, como la del magistrado que cansado de las obligaciones del poder, se retiró a las montañas a criar crisantemos. En el camino se encontró un árbol creciendo en solitario en la oquedad de una roca, lo extrajo y utilizó su propio tazón de arroz para plantarlo. El árbol retribuyó su solidaridad, devolviéndole la juventud perdida.

Lo que se sabe con certeza es que el bonsái fue privilegio de las clases altas y que pasó a Japón de la mano de algún monje o como fruto del incesante intercambio cultural y comercial, allá por el siglo VIII. Debieron pasar once siglos para que se viesen bonsái en occidente. Fue primero en Paris a finales del siglo XIX y luego en Londres en 1902. La curiosidad que despertaron extraño a los orientales, para los que eran parte de su forma de entender el cosmos.

Desde entonces, el interés no ha dejado de crecer y hoy millones de aficionados a este arte se agrupan en clubes y asociaciones de todo el mundo. A las especies de origen oriental, se han sumado variedades autóctonas de todos los países. Los congresos y exposiciones se suceden durante todo el año, atrayendo la atención de miles de concurrentes.

Todo bonsái representa el triángulo (Dios-Tierra-Hombre) porque quiere significar la unión de la tierra con el cielo, convirtiéndose así, en una alegoría: la conducción del hombre por la ruta espiritual.

CARACTERISTICAS DE LOS BONSÁI

Los bonsái, en función de su tamaño, se pueden clasificar en:

  • Mame: Se dice a los Bonsái que no alcanzan los 15 cm de altura.
  • Shohin: Son los Bonsái que miden entre 15 y 21 cm de altura.
  • Katade-Hochi: Son los Bonsái que miden entre 21 y 45 cm de altura.
  • Chumono: Son los Bonsái que miden entre 45 y 90 cm de altura.
  • Omono: Son los Bonsái que miden entre los 90 y 130 cm de altura.
  • Hachi-Huye: También llamados macro-bonsái son los mayores de 130 cm de altura.
  • Pre-Bonsái: Se dice aquellos árboles que podrán llegar a ser un futuro e impresionante bonsái.

Estas dimensiones son tomadas verticalmente, desde el extremo superior del árbol hasta la base del tronco, sin incluir el recipiente.

Los árboles se agrupan por estilos en función de su silueta. Los estilos son determinados por el número de grados de ángulo, formados por una línea vertical y una línea trazada de la cima a la parte baja del tronco.

Los bonsái pueden ser obtenidos a partir de semillas; plantas de vivero; mediante estacas; por injerto; etc. o recogidas de la propia naturaleza.

ASPECTOS A CONSIDERAR EN EL CULTIVO DEL BONSÁI

En el arte del bonsái existen numerosas técnicas relacionadas con su cultivo, técnicas para plantar, modelar y mantener. Esta complejidad del arte de cultivar plantas en recipiente no debe desilusionar en ningún momento al principiante, ya que este arte se basa en la paciencia de años y años para ver el resultado final, incluso me atrevería a decir que no existe un acabado final para el bonsái ya que hay que recordar que son seres vivos que están en constante crecimiento.

Con el paso del tiempo, el nuevo aprendiz de bonsái aprenderá que no será preciso poseer un alto nivel de conocimientos técnico-científico, ni ser un Biólogo o Agrónomo, pero si será necesario tener amor a las plantas y respeto por la naturaleza.

Día a día, la complejidad de las técnicas será diluída en cuidados simples, fáciles, convirtiéndose en una actividad placentera y relajante.

EN VERANO HAY QUE VIGILAR EL RIEGO

En esta época del año debes regar más a menudo de lo habitual. No dejes secar la tierra ni la parte aérea de los bonsái, esto pasa por regar de dos a tres veces por semana (dependiendo de la zona y la situación) y pulverizar bastante a menudo dos o tres veces al día.

A demás debes tener en cuenta que:

–  Regar a primera hora de la mañana y no pulverizar a pleno sol.

–  La cantidad de agua utilizada en un riego ha de ser la suficiente para que ésta salga por  los agujeros de drenaje de la maceta.

– Utilizar regaderas especiales que reparten el agua suavemente sin arrastrar la tierra.

– Cuando la tierra del bonsái está demasiado seca, es preciso regar por inmersión. Sumergir totalmente la maceta en un recipiente con agua durante varios minutos. También cuando la tierra sea de tipo arcilloso o ya esté muy degradada.

–  Es mejor regar con agua de lluvia y en general todas las aguas de bajo contenido en sales (procedentes de ósmosis, de manantial…).

– Nunca utilices los pulverizadores para regar los bonsái, ya que solo mojarías el suelo superficialmente y el agua no llegaría a las raíces.