Compartimos este artículo de Metrópoli en el que nos cuentan cómo usar las flores en la cocina, prepara exquisitos platos con las flores.
Siempre se han comido. En las culturas más antiguas aparecen recetarios que incluían flores como un ingrediente más. El asunto suena a nueva tendencia o a un capricho de la alta cocina, pero no es más que un loable afán por recuperar tradiciones y enriquecer los platos con nuevos sabores.
Claveles.
Montse Estruch, Ferrán Adriá, Andoni Aduriz, Rodrigo de la Calley otros grandes chefs se percataron de su potencial culinario hace más de 10 años y en la actualidad empiezan a llegar al público general.
Hoy se pueden comprar flores comestibles en fruterías que trabajen productos de alta gama o establecimientos especializados como Gold Gourmet (José Ortega y Gasset, 85. 91 402 03 63), donde suelen ofrecer unas 12 variedades durante todo el año.
«En invierno disponemos de menos tipos, pues el período de floración más importante llega con la primavera», comenta Luis Pacheco, gerente de Gold Gourmet. Se venden en bandejas de 80-100 gramos y su precio oscila entre 3€ y 6 €. Es obligatorio conservarlas en el frigorífico «a una temperatura de entre 4 y 6 grados», aconseja Pacheco, y recomendable consumirlas a los pocos días, para que no pierdan propiedades.
Pensamientos.
Su variedad es enorme y hay muy pocas que sean realmente tóxicas. Las especies más habituales en las tiendas especializadas son las begonias, las capuchinas, la flor del calabacín, los pensamientos, las rosas, la flor de borraja, la flor de ajo, el hibiscus, la sechuan o flor eléctrica, los tagetes, claveles, violetas y margaritas, amén de otras clases de importación y dependiendo siempre de la época del año.
Además, la versatilidad, en cuanto a sabores, fragancias y cromatismo otorga maridajes casi infinitos. La flor de capuchina con tonos naranjas, rojos o amarillos y un gusto dulce y picante armoniza con carnes o en crudo para ensaladas, por ejemplo; la flor de pensamiento se convierte en un dulce al confitarla y también en una guarnición de platos de pescado, la flor de calabacín se puede freír y rellenar con foie, carne…Y se come todo, los pétalos y los tallos, aunque estos últimos suelen resultar más ásperos al paladar.
Flor de calabacín.
En España se cultivan principalmente en Cataluña, con productores pioneros como el horticultor Josep Pamiés, y en Andalucía, sobre todo en la comarca malagueña de Axarquía, con la empresa Sabor y Salud a la cabeza. Suponen una fuente inagotable en vitaminas A, B, C, D, E, B12, etc.. Y también contienen aceites beneficiosos para el organismo.
No obstante debe quedar muy claro que sólo se pueden consumir aquellas destinadas para tal fin, pues las ornamentales contienen pesticidas u otros productos perjudiciales que se emplean para su conservación. Nada de hincarle el diente a las rosas del jardín si no se quiere pasar un mal rato.
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