Trasplante del bonsái

La operación de trasplante es vital para un árbol que vive en un tiesto. Con el paso del tiempo la tierra que contiene se va degradando por la acción del agua, los abonos y la presión de las raíces, convirtiéndose en una pasta que impide la circulación del aire y retiene demasiado la humedad, lo cual asfixia las raíces y acaba produciendo la muerte del árbol. Es la causa principal de pérdida de un bonsái.

Bonsai

Con cada trasplante lo que obtenemos es una vigorización del árbol, por tanto, si se trata de un árbol joven que queremos cultivar, permitiéndole un gran crecimiento con el fin de disponer de elementos para podar y formar, trasplantaremos cada 1 o 2 años, utilizando una tierra de grano grueso. Si lo que tenemos es un árbol ya formado que precisa tan solo de mantenimiento, tardaremos más en trasplantar, cada 3 a 4 años, y utilizaremos tierra de grano fino. Generalmente se presta mucha atención a la parte que vemos del bonsái, el tronco, las ramas, la copa… pero no debemos olvidar que una parte también muy importante nos resta invisible, y si no le proporcionamos los cuidados necesarios nos quedaremos sin bonsái.

Época
El momento óptimo para trasplantar es cuando el árbol va a iniciar su brotación tras el periodo de letargo invernal. También podemos hacerlo tras el defoliado.

Técnica
Sacaremos el árbol del tiesto y observaremos el tipo de tierra. Si se trata de un substrato de tipo granulado y el cepellón está demasiado húmedo nos será bastante difícil la operación, por tanto lo dejaremos secar para evitar dañar las raíces, así la tierra se desprenderá con más facilidad. Si el substrato es muy arcilloso lo dejaremos sumergido en agua 24 horas con el fin de reblandecerlo y poder desprenderlo a base de lavados con chorro de agua. Es muy importante eliminar la tierra vieja del centro del cepellón, ya que generalmente usaremos otro tipo de substrato y las raíces en su crecimiento encontraran dos medios diferentes, con diferentes drenajes y retenciones de humedad, y les será muy difícil vivir con esta diversidad de condiciones. Para nosotros también será difícil decidir la necesidad o no de riego. Si el substrato que vayamos a utilizar es del mismo tipo que el existente y este no están muy degradados podemos quitar tan solo un tercio de todo el cepellón, superior, inferior y lateral. Para esta operación nos ayudaremos de un desenrrollador de raíces e incluso de palillos de bambú afilados. Peinaremos las raíces, haciéndolo en dirección del tronco hacia fuera.

Una vez peinadas las raíces, procuraremos equilibrarlas en su crecimiento, podando más las más gruesas y menos las finas (tal como haríamos con la poda de ramas). Aprovecharemos este momento para eliminar raíces muertas o dañadas y corregir la dirección de las mal orientadas. Eliminaremos las raíces que crezcan del fondo hacia abajo, favoreciendo las que lo hagan lateralmente. Este es un momento muy importante para la formación del NEBARI, ya que solo tenemos ocasión de hacerlo cada varios años.

Durante esta operación debemos evitar que se nos sequen las raíces en contacto con el aire, para lo cual las podemos ir pulverizando con agua. Otra medida importante es tener preparados con anterioridad el substrato y el tiesto que vayamos a utilizar.

Ya que con cada trasplante recortamos las raíces, podemos utilizar siempre el mismo tamaño de tiesto, o incluso uno inferior (a no ser que estemos cultivando un árbol que deseemos que crezca, al que pondremos en uno de tamaño superior, incluso sin cortar raíces).

Prepararemos el tiesto situando unas rejillas sobre los agujeros de drenaje, sujetas al mismo mediante unos ganchos de alambre. Esto es para evitar perder la tierra por dichos agujeros a la vez que seguimos teniendo un drenaje adecuado. Además prepararemos unos alambres pasándolos por los mismos agujeros (a no ser que el tiesto venga provisto de unos a tal efecto) que nos permitirán fijar el árbol al tiesto y que facilitaran su enraizamiento evitando movimientos (viento) que podrían romper las frágiles raíces nuevas. En el fondo del tiesto pondremos una capa de drenaje constituida por grano grueso de grava volcánica o de la misma mezcla. Después haremos un montículo con el substrato ya preparado, Colocaremos el árbol sobre el montículo, con unos ligeros movimientos procuraremos que la tierra quede bien en contacto con las raíces. Elegiremos muy bien la posición de plantado ya que una vez hecha la operación no volveremos a poder hacerlo al menos en dos años. Ataremos el árbol con los alambres que habíamos preparado y acabaremos de rellenar de tierra. Habremos de hacer bajar la tierra introduciéndola con un palillo de bambú afilado, además de evitar que queden bolsas de aire entre las raíces si no lo hacemos, al regar bajara el nivel de la misma y nos quedaremos con las raíces al aire.

Una vez terminada la operación de trasplante debemos regar bien a fondo con una regadera de agujeros finos hasta que veamos salir agua clara por los agujeros de drenaje. Colocaremos el árbol en un lugar resguardado durante un par de semanas antes de situarlo en su emplazamiento definitivo. Nos daremos cuenta que la tierra tarda en secarse, ya que no habrá evaporación por las hojas ni absorción por las raíces. A medida que el árbol regenere sus raíces y comience a brotar sus necesidades hídricas irán en aumento.

Observaciones
La estructura de una raíz es anular, diferente a la de una rama, hecho por el cual la herramienta adecuada para podarla es también diferente, se llama NEKIRI (podadora de raíz), las hay en diferentes tamaños, 180 y 210 mm., dependiendo del grosor de la raíz a cortar. Cuando se trata de raíces pequeñas podemos utilizar una tijera de poda gruesa (SENTEI BASAMI). Procuraremos no utilizar la misma herramienta de podar ramas, ya que al podar raíces podemos encontrar alguna piedra que melle el filo.